Vinificación
En pequeños depósitos de hormigón
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El uso de depósitos de hormigón para la vinificación y la crianza ofrece muchas ventajas.
Inercia térmica
La inercia térmica es la resistencia al cambio de temperatura. El hormigón se recomienda por sus cualidades de inercia. Durante la vinificación, hay que evitar los cambios bruscos de temperatura para garantizar la supervivencia de las levaduras. Además, unas temperaturas demasiado altas resultan perjudiciales para ciertas moléculas aromáticas. La crianza del vino también debe hacerse sin oscilaciones térmicas, por lo que el hormigón es igualmente idóneo.
Microoxigenación
El hormigón es un material poroso que hace que el oxígeno quede atrapado y se libere de forma lenta y uniforme. Esta microoxigenación estabiliza los taninos y el color. Este fenómeno resulta muy interesante para la elaboración de vinos sin azufre.
Neutralidad y sostenibilidad
El hormigón es, ante todo, un material neutro: no añade ningún sabor extra, lo que es ideal para preservar la frescura y la pureza de la uva. De este modo, los vinos elaborados en depósitos de hormigón son brillantes y afrutados, con textura y mineralidad.
El hormigón es, además, un material de calidad muy duradero.
¡Un depósito de hormigón bien mantenido puede utilizarse durante más de 100 años!
Variedad de formas
Además de ser un material duradero, también es maleable, lo que permite fabricar depósitos de diversas formas y tamaños. Por ejemplo, en Mas Janeil, disponemos de depósitos cúbicos de 40 hectolitros que nos permiten crear la relación idónea entre orujos/mosto para la vinificación de tintos. También contamos con depósitos ovoides que favorecen la suspensión de las lías, resultando ideales para la crianza de vinos blancos.
Por Julien Fernández - Director de Languedoc-Rosellón