Los orígenes del vermut
De Turín a Burdeos pasando por Alemania.
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Con el resurgimiento de la coctelería, el vermut ha regresado con fuerza en muchos países. La mítica bebida de James Bond, el dry martini (¡ojo, con coctelera, no con cuchara!), y el Creole-Crème de Brett Sinclair (¿una o dos aceitunas?) vuelven a pisar fuerte y son, sin duda, los cócteles que más dan que hablar (¿ginebra o vodka?) ¿Su punto en común? El vermut.
Si el vermut es «bianco» suele decirse que es francés, y si es «rosso», italiano. ¿Pero cuál es su verdadero origen?
El vermut es un aperitivo a base de vino que obligatoriamente debe tener como ingrediente (salvo en EE.UU.) el ajenjo, una planta aromática también conocida como absenta o artemisia. No llega a bebida espirituosa, pero tampoco es vino; es en realidad una mezcla de vino, aguardiente (o mistela) y un extracto aromático obtenido mediante la infusión, maceración o decocción de plantas aromáticas o especias.
Las normas que rigen la producción de este aperitivo en Francia se establecieron a principios del siglo pasado. Pero no se tiene constancia de ninguna producción «en masa» antes de 1813.
En Estados Unidos, sin duda uno de los mayores consumidores de vermut antes de la “Ley seca”, era impensable hacer un Manhattan o un Negroni sin vermut italiano. Italia sí sería entonces un origen verosímil.
Vayamos entonces al otro lado del Atlántico, hasta el Turín de 1786, lugar y fecha en las que, según se dice, un hombre llamado Antonio Benedetto Carpano creó una bebida a base de vino moscatel de Canelli, especias y hierbas aromáticas. Las primeras exportaciones de esta nueva bebida comenzaron en 1838 a Estados Unidos, América Latina y luego a toda Europa. Fue entonces cuando se forjó un ritual que hoy en día sigue muy presente: el aperitivo. La bebida se hizo tan popular que, antes de la Segunda Guerra Mundial, existían unos 400 vermús en Turín.
¿Fue la bebida de Carpano el primer vermut? Con un poco de mala fe diría que no, porque no había ningún producto destilado en la receta, y como hemos visto, el alcohol destilado es esencial en la composición del vermut.
Tras tachar a Italia de la lista de posibles orígenes, me digo que «vermut» suena un poco como «helmut», así que continúo mis pesquisas esta vez al otro lado del Rin.
Y es que «vermut» procede en realidad de la antigua palabra alemana «werimouta», que hace referencia a una sustancia vegetal amarga que estimula el estómago. «Vermut» es además la traducción alemana de “absenta” (según compruebo en mi diccionario francés-alemán que tenía olvidado en el trastero desde el instituto). Sin embargo, aparte del nombre, no hay indicios de que los teutones mezclaran en algún momento vino con alcohol y absenta para aliviar los dolores de estómago.
Fue mientras buscaba en internet formas de matar a una mosca que revoloteaba a mi alrededor sin utilizar productos químicos cuando descubrí que en el año 400 a.C. Hipócrates ya preparaba remedios con vino y hierbas medicinales para tratar ciertas dolencias. Por lo tanto, el vermut que hoy conocemos estaría directamente vinculado con la medicina clásica y habría llegado hasta nosotros a través de los monasterios cristianos.
Seguramente, pero también hay que señalar que «artemisia» viene de Artemisa, hija de Zeus y diosa de la caza y la naturaleza. Su función era proteger a los enfermos.
De ahí a recomendarles que tomen Léonce para curar sus males…
Por Xavier-Luc Linglin, Director General de SA François Lurton