Léonce Récapet
La historia de un visionario
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Léonce Récapet fue quien inculcó el gusanillo de la viticultura en la familia. Su legado más impactante es, sin duda, su espíritu inquisitivo y despierto y, sobre todo, su capacidad para asumir retos. Tanto es así que en 1890 Léonce tomó las riendas de la pequeña fábrica de licores fundada unos años antes por su padre, Jean Récapet, y su tío François Récapet, ambos cerveceros-licoreros. Léonce la modernizaría aplicando procesos revolucionarios para la época, asegurando a través de la innovación la prosperidad de la «destilería de vapor» familiar. No sólo implementó el principio de calentamiento del alambique mediante vapor (la producción de vapor constante producía una baja presión que garantizaba una destilación a la temperatura ideal), sino que además aplicó los principios del marketing moderno como demuestran las etiquetas de sus productos. También entabló sólidos vínculos comerciales, ampliando la oferta de productos a lo largo de los años (ron, quinquina, siropes, etc.). ¡Este vanguardista aseguró la continuidad de la destilería con estrategias aún hoy vigentes!
Seguidamente, Léoncet decidió embarcarse en una nueva aventura: la viticultura. En los años siguientes, adquirió sucesivamente los viñedos de Belair y Montremblant, y en 1897 compró el Château Bonnet en Grézillac, con 47 hectáreas de tierra, vides y prados… A finales del siglo XIX, Léonce Récapet se encontró con un viñedo moribundo, recuperándose a duras penas de los sucesivos ataques de mildiu, oídio y filoxera, y a pesar de ello aceptó el reto. El viñedo estaba en mala estado, pero eso no le desanimó. Todo lo contrario, Château Bonnet sería un formidable lugar de experimentación para este vanguardista: replantación del viñedo, selección de las mejores variedades de uva, construcción de nuevas bodegas en 1902, en las que la máquina de vapor facilitó el trabajo de la vendimia, nuevas naves de producción y un huerto para embellecer el entorno de la bodega… Al mismo tiempo, se hicieron algunas modificaciones arquitectónicas en el edificio de la finca, ya que si Léonce Récapet tenía ideas, teorías o proyectos, los llevaba a cabo hasta el final. Así que pidió a un arquitecto que conocía que le construyera una torre sobre el Château Bonnet, cuyo diseño original se asemejaba a una chartreuse, la casa típica de la región de Gironda. Como el arquitecto no quiso saber nada, Léonce Recapet mandó construir la torre sin su ayuda en 1910 con unas fantásticas vistas a las 120 hectáreas de viñedos que se extendían ya laderas abajo, cuna de la familia LURTON.
Por Valérie Lasala - Comunicación