El asado argentino
La tradición argentina
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Si uno piensa en los momentos que hacen que cada viaje sea único, difícil olvidar esos que tienen lugar alrededor de una mesa. El viaje en todos sus sentidos y estados. Aunque en Argentina existe una extraordinaria mezcla de culturas, su gastronomía está en constante búsqueda y reinvención, influida por la diversidad cultural de este continente, pero también y sobre todo por sus orígenes italianos y españoles.
Si hay algo de lo que no se puede prescindir ni inventar en cualquier parrillada, ya sea una braai sudafricana, una bbq al más puro estilo estadounidense, o en este caso, un asado argentino, son sus protagonistas, los invitados que hacen esta reunión sea única y que las viandas pasen a un segundo plano.
El asado en Argentina es un momento especial donde los comensales llevan diferentes cortes de carne que luego se disponen hábilmente sobre las brasas preparándolas con mucho mimo y paciencia para sacar toda su esencia, todo ello con una guarnición de patatas a las brasas de sarmiento, pimientos asados rellenos de huevo, así como batata y calabaza. Una cocina cuidada y pensada al milímetro por «el asador«, dueño y señor de las brasas y de la comida.
Cierra los ojos y sitúate a los pies de la cordillera para disfrutar de esta comida típica de los famosos gauchos de los Andes. Un ambiente mágico amenizado por los acordes de la guitarra junto al fuego. Un lugar donde todo el mundo es bienvenido. Y donde lo que cuenta es la sencillez del momento.
Si bien la estructura de los vinos argentinos requiere cierta fibra gastronómica como acompañamiento, no cabe duda de que, en la tierra de chacayes, nuestro Piedra Negra Gran Malbec acompañará a las mil maravillas una pieza de carne de 600 g con su toque de sal y pimienta. Como ellos, ¡seamos generosos!
Es costumbre aplaudir al asador antes de empezar a comer, y no sacar a colación delicias de otros lugares como el t-bone o la chipolata. Solo quedan personas sencillas y humildes a los pies de los Andes, donde lo que importa es el respeto y el silencio de las brasas.
¡A comer!
Por Vincent Fauh- Diseñador gráfico